Pese al dicho que reza “mujer al volante peligro constante”, en la ciudad de Buenos Aires (Argentina), datos oficiales refieren que el 75% de los perjudicados en accidentes de tránsito suelen ser varones, frente a un 25% de mujeres.
Otros datos reportan que las mujeres suelen ser más responsables frente al volante, cumples más con las normas de tránsito. De hecho, al momento de un inconveniente no se pelean en la calle, como lo hacen los hombres.
En los controles de alcoholemia, pasa más o menos algo similar. El 87% de los que demostraron ingerir alcohol mientras conducen son hombres, y el 13% son mujeres.
Una muestra de la mala fama que se les adjudica a las mujeres conductoras se evidencia cuando una persona va a estacionar en la calle, donde están los cuidadores ambulantes, esos que se les deja algunas monedas por custodiar el vehículo. Cuando es una mujer la que va estacionar, con toda seguridad el parquero va indicarle cómo hacerlo, o al menos supervisará la acción. Mientras que si se trata de un hombre, no le ofrece ninguna ayuda porque supone que lo hará bien.
Si alguna vez te has enfrentado a ese debate de quién conduce mejor, no te ofendas, tómalo con calma y con humor, así como lo hacen en este vídeo.
Otros datos
En España por ejemplo, también realizaron un estudio titulado: “Mujeres conductoras en España. Implicación en accidentes de tráfico y comparación con los conductores varones”. En el mismo, se destaca que las mujeres estadísticamente no representan más peligro que los hombres.
La diferencia de un hombre a una mujer al volante, radica en que ellos suelen ser los actores principales en casos como atropellos, volcamientos y colisiones frontales. Quizás sea por aquello de que les gusta más la velocidad.
Ciertamente a las mujeres lo que les perjudica son las distracciones a causa del teléfono móvil, los hijos pequeños cuando están dentro del vehículo, y los retoques de maquillaje.
Por ello el llamado para ambos géneros es la prudencia, a no exceder los límites de seguridad y respetar las señales de tránsito. En realidad nadie cabalmente consiente quiere ser causante de un acto perjudicial hacia otro.