El hígado se sitúa en a la vesícula biliar, específicamente en toda la cavidad abdominal por encima del diafragma.
Este órgano recibe sangre del corazón a través de la arteria hepática. El hígado es una de las partes más asombrosas del cuerpo humano. No sólo se regenera por sí solo, de hecho, neutraliza sustancias dañinas que ingerimos accidentalmente o deliberadamente. De igual manera, convierte los alimentos que ingerimos en ingredientes para nuestras células. A partir de esto, el hígado genera:
Un inventario vasto de hormonas, enzimas, factores de coagulación y moléculas inmunitarias para controlar la química sanguínea.
A diferencia de otros órganos, el hígado se regenera cuando está frente a un daño tisular. Según Guillermo Egurrola Franco, médico neurólogo en la Universidad del Zulia, este proceso surge en la proliferación de células maduras. Estas células existentes son: los hepatocitos, las epiteliales biliares, las endoteliales, las de kupffer, las de Ito, entre otras. El especialista asegura que:
“Las primeras en regenerarse son los hepatocitos y desde allí parten las señales que inducen la proliferación de las otras.”
Cuando los hepatocitos empiezan a regenerarse, se expanden las células hepáticas. Luego de este proceso, éstas comienzan a restaurar la masa y función hepática (valga la redundancia).
Durante la fase de regeneración, aparecen cicatrices, esto ocasiona que las células sanas no tengan sitio para ubicarse correctamente. Las funciones de estas células nuevas no se cumplen correctamente, debido a que éstas se colocan en donde pueden.
Para Egurrola Franco, existe una señal mitogénica en la sangre cuando ocurre este proceso. El especialista recalca que factores como el HGF, EGF y otros son los responsables de esta condición que tiene este órgano.
La regeneración hepática surge de los cambios en los cambios de la estructura y expresión de los genes. En sí, este proceso es la respuesta del hígado a la pérdida del propio tejido, ésta es controlada por sí mismo.
REFERENCIAS:
Onsalus
Up.edu.mx