En la reserva de Kalawewa, en Sri Lanka, captaron un vídeo donde cerca de 300 elefantes despedían al líder de su manada, según el Daily Mail. El semental fue asesinado por otro elefante rival y reposaba a la orilla de una laguna. Algunos se acercaban y lo acariciaban con su trompa, otros simplemente se aproximaban al cadáver. Pero, todo ocurrió en un orden, donde desde el más pequeño hasta el más grande de los miembros del clan lo despedía.
Sí, los elefantes lloran por la pérdida de un conocido, según un estudio de la Universidad de Sussex en 2006, dirigido por la doctora Karen McCom, especialista en fauna africana, al estudiar el comportamiento de los elefantes del Parque Nacional del Amboseli, región de los Grandes Lagos. Concluyó que las criaturas también son capaces de mostrar compasión hacia sus enfermos y moribundos, a quienes intentan salvar con sus cuidados.
Estructura social de los elefantes
Los elefantes tienen una estructura social compleja. Las hembras y los machos suelen vivir en manadas apartes. Suelen ser extremadamente sociales entre sí y no se desapegan del grupo. Además, también se relacionan con los machos, con quienes comparten territorio solo cuando están en busca de pareja.
Los machos viven más aislados, excepto en época de apareamiento. Al hacerse cada vez más mayores, suelen comenzar a apartarse de la manada, hasta que se aventuren solos por periodos cortos de tiempo, hasta que hasta que ya no regresan a la manada. Esto suele ocurrir cuando cumplen 14 años.
Entre ellos, los machos suelen ser agresivos entre sí, al estar en rebaños de solteros. La razón es que buscan el domino del grupo. Otro momento en el que suelen emocionarse hasta, incluso llegar a llorar, es con el nacimiento de nuevos bebés. Al igual que los humanos prestan especial atención a los nacimientos de sus iguales.
En caso de que la madre elefante sufra algún daño, como resultar herida o morir, los demás intervendrán para ayudar y garantizar la supervivencia de la cría. De ser necesario, el bebé puede ser acogido por otras hembras.
¿Pensabas que los animales no sentían? ¡Esta es la prueba de que sí son capaces de emocionarse!