Es posible que necesiten un huésped para sobrevivir, pero los parásitos son organismos formidables. Y Leucochloridium paradoxum es un ejemplo perfecto. Este gusano plano que se encuentra en Europa y América del Norte tiene objetivos bien designados: los gasterópodos que sirven como su anfitrión intermedio.
Una vez que los caracoles están infectados, el parásito tiene un plan muy bien pensado. Los transforman en zombis reales y los empujan al suicidio. De hecho, alojado en las antenas del caracol, el gusano los hace más grandes y, sobre todo, mucho más conspicuos. Por lo tanto, obliga a su víctima a dejar la protección de la vegetación y luego posarse a plena vista. ¿El objetivo? Atrae la mirada de los pájaros.
Al comer los caracoles, las aves ingieren los gusanos al mismo tiempo. Una vez en el estómago del ave, pueden reproducirse con total tranquilidad para continuar su ciclo de vida. Los huevos del parásito son diseminados por los excrementos de las aves, lo que permitirá que se reinicie un nuevo ciclo. No es ciencia ficción, mira cómo este caracol es víctima del parásito en cuestión:
